Las complejas cifras en desertificación y sequía que vive el país han activado un intenso trabajo en la lucha contra este flagelo, permitiendo no sólo recuperar y restaurar los ecosistemas boscosos y xerofíticos, sino también aportar a los compromisos de Chile en materia de cambio climático mediante el aumento de captación y fijación de gases efectos invernadero. Esto fue precisamente lo que destacó la Corporación Nacional Forestal (CONAF) en la conmemoración del Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación.

Para el director ejecutivo de CONAF, Christian Little, lo más importante es que desde el Ministerio de Agricultura, a través de la Corporación, “hemos aunado la lucha contra la desertificación con los compromisos del país en cambio climático, por lo cual las cifras de recuperación y restauración de la superficie vegetal son también un aporte importante al aumento de captación y fijación de gases efectos invernadero. Todos los proyectos que estamos desarrollando en la Estrategia Nacional de Cambio Climático y Recursos Vegetacionales (ENCCRV), donde se considera el compromiso de Chile al 2030 de manejar sustentablemente 200 mil hectáreas de bosques y forestar 200 mil hectáreas más, especialmente con especies nativas, constituyen un aporte directo a la recuperación de suelos por procesos erosivos o de desertificación”.

Frente a la situación que vive hoy Chile, explicó Little, se agrega una larga sequía que viene afectando al país hace más de una década, por lo que, en términos de políticas públicas, se ha considerado de gran relevancia participar de manera voluntaria en el marco del programa Neutralidad en la Degradación de la Tierra (NDT), que coordina la Secretaría de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación.

Adicionalmente a los compromisos suscritos con esta Convención, Chile adscribió a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), adoptando el enfoque REDD+, el cual establece políticas e incentivos positivos para reducir las emisiones por deforestación y degradación forestal, junto con promover el aumento de los sumideros de carbono forestal.

Entre los resultados obtenidos a la fecha, destacan las casi 50 mil hectáreas de manejo y recuperación de superficie vegetacional logradas en el contexto del proyecto GEF Manejo Sustentable de la Tierra (MST), ejecutado en cinco áreas pilotos en las regiones de Arica y Parinacota, Coquimbo, O’Higgins, La Araucanía y Aysén. Además, se está trabajando en la meta de 25 mil hectáreas de manejo, restauración y forestación en seis años del programa +Bosques, junto a FAO, para incrementar la capacidad de captura y fijación de carbono, y así también cumplir con los compromisos internacionales del país en la adaptación y mitigación del cambio climático.

Asimismo, las acciones desarrolladas también comprometen a las 106 unidades del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas (SNASPE), que administra CONAF, ya que estas unidades territoriales, como parques nacionales, reservas nacionales y monumentos naturales, ayudan a abordar y a afrontar el problema de la desertificación al proteger las cuencas hidrográficas, las fuentes de agua y los humedales, manteniendo al mismo tiempo los hábitats naturales para frenar el avance de los desiertos. Son un gran reservorio de la biodiversidad.

Cifras desertificación
En Chile el 23% del territorio nacional se encuentra en estado de desertificación, en tanto que el 53% se presenta en estado de sequía, según el Reporte Nacional de Degradación de las Tierras, elaborado por CONAF.

El documento señala que 12.661.442 de hectáreas está en riesgo potencial de desertificación “muy alto” (17%), mientras que 4.201.800 hectáreas se encuentra en la categoría de “alto” (6%), lo que en conjunto concentran el 23% de toda la superficie del país. En tanto que en riesgo de sequía a nivel nacional, 6.536.718 hectáreas se ubican en categoría “muy alto” (9%), mientras que 32.773.342 hectáreas en “alto” (44%), concentrando en conjunto el 53% del territorio nacional.

Además, el reporte identificó que la Región de Coquimbo es la que tiene mayor presión hacia la desertificación, fenómeno que se estaría desplazando en dirección polar. En las regiones de Valparaíso, Metropolitana y O´Higgins, el riesgo es atenuado en las zonas de alta cordillera y de la cordillera de la costa. No obstante, hacia al interior el riesgo es similar al identificado en Coquimbo, disminuyendo latitudinalmente en estas regiones.

Respecto a las regiones del Maule, Ñuble, Biobío y La Araucanía, el riesgo se mantiene elevado en las zonas interiores y del valle central, reduciendo y confinándose progresivamente. Desde Los Ríos hacia el sur, los riesgos son bajos debido a la mayor cobertura vegetal y disminución de intensidad de la actividad silvoagropecuaria.

En este contexto, según el estudio, las áreas más vulnerables a la desertificación corresponden a las tierras secas del país, que se extienden desde el límite norte hasta la Región del Biobío. Las tierras secas son aquellas que presentan déficit hídrico durante algún período. El déficit hídrico se estima generalmente por la razón entre la precipitación y la evapotranspiración potencial o la razón entre la temperatura y la precipitación mensual.

En Chile el 23% del territorio nacional se encuentra en estado de desertificación, en tanto que el 53% se presenta en estado de sequía.
En Chile el 23% del territorio nacional se encuentra en estado de desertificación, en tanto que el 53% se presenta en estado de sequía.
17 junio, 2022